Tuesday, October 23, 2018

La Llorona


Por: Gus Calvo
La tormenta estaba tomando apogeo en la Bahía de las Animas, los rayos y truenos se podían oír y ver a lo lejos, casi en el nuevo Hotel Caribe que estaba en una de las isletas metida en la bahía. Las olas estremecían la tierra y a lo lejos en el sector de las murallas José Ignacio Villazón estaba corriendo hacia la Iglesia de San Pedro Claver para buscar resguardo de la lluvia.
“Alguien ábrame la puerta por favor” Golpeo en el convento que estaba anexo a la iglesia, pero nadie le respondio.
“ !Soy un pobre hombre en un busca de refugio hasta que la tormenta pase!” Pero nadie respondió. La visibilidad era muy pobre, y con el ruido de la tormenta lo mas seguro es que nadie lo podía oír en las premisas. Por un momento pensó que de pronto las hermanas no le iban abrir por algún voto de castidad en lo que los hombres no tenían permitido entrar.
La tormenta seguía empeorando, y al parecer iba a llover por un par de horas, pensó que de pronto podría resguardarse bajo la puerta de la iglesia que era la suficientemente grande y arqueada, pero se percató de manera tardía que la lluvia estaba pegando al lado de los muros.
No sabia que hacer, y no quería salir debido a los rayos. En su estupor cuando iba a volver a la puerta del convento, se percato de una mujer vestida de blanco, de las más exquisitas telas traídas del oriente, perfectas tes morena, y unos ojos verdes que parecían desafiar las leyes de la física. En sus manos llevaba un bulto cubierto, parecía un encargo, pero nadie iba a cubrir una parcela con telas tan costosas.
La mujer no se percató de José, y se acerco a la puerta, siempre mirándola fijamente con esos ojos verdes que parecían esmeraldas satánicas, se paro con una pose desgarbada y saco su mano de entre las fundas que llevaba, era una mano esquelética la cual le hizo dudar a José que si de pronto él había muerto.
“Si me vienes a llevar, no estoy listo, mi vida ha sido un suspiro en estos 22 años, perdonadme mis pecados antes que me lleves al otro mundo” Susurro Jose entre sus mas profundas lamentaciones.
“Santo Padre Celestial, ¿Qué es esta abominación?”
La mujer dejo caer el bulto para que esta mostrara el cadáver de un infante de apenas unos pocos meses de nacido.
“¡Déjenme entrar! Mis hijos, mi hijo, mis retoños han muerto, necesitan la bendición del Padre Carrasquilla” La cara de la mujer empezó a transformarse en una calavera que derramaba lagrimas de sangre.
“Este sufrimiento de una madre, en no poder subir y ver a la divina providencia es un castigo divino” Él bebe empezó a parpadear y José le vio esos ojos rojos que parecían haber visto el mismo infierno y la cara de Satanás. La mujer seguía llorando mientras golpeaba la puerta. José no dudo mas y salió corriendo de la puerta de la iglesia, volvió a tocar de una la puerta del convento dando gritos de ultratumba.
Una hermana de apellido Rodríguez se apiado de él, pero más fue coincidencia ya que estaba pasando por la entrada y oyó los gritos de miedo. Ella se sorprendió al ver al pobre hombre, pero su atención se cambio cuando vio a la mujer que daba gritos de dolor en la entrada de la iglesia.
“Pase mi buen hombre, usted esta entre nosotros los vivos, esa pobre alma en pena si usted sigue al lado de ella, se lo llevara al infierno”
José se tranquilizo y le pregunto a la hermana ¿quién era ella?, y la hermana con una sonrisa le contesto “La llorona, viene con la lluvia y se va con ella misma.”

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